SOMOS LOS CONSENTIDOS: De la creacion

Ciencia, Energía y Espíritu en perfecta sincronía

La perfección de la Tierra

Vivimos en el único planeta conocido que sostiene vida de forma tan exacta y equilibrada.

La Tierra está situada en la “zona habitable” del sistema solar: ni tan cerca del Sol como para quemarnos, ni tan lejos como para congelarnos. Esa distancia, aproximadamente 150 millones de kilómetros, es tan precisa que si variara tan solo un pequeño porcentaje, la vida como la conocemos sería imposible.

Tenemos atmósfera, agua, oxígeno, gravedad, plantas, y ciclos naturales que se autorregulan sin que tengamos que intervenir.

Es como si la Tierra fuera un inmenso cuerpo vivo, diseñado para nutrirnos y protegernos.

El Sol: el corazón del sistema

El Sol no es solo una estrella; es la fuente de toda la vida.

Su luz y su calor viajan a través del espacio a una velocidad de 300,000 kilómetros por segundo, tardando 8 minutos y 20 segundos en llegar a la Tierra.

Sin él, la fotosíntesis se detendría, la temperatura caería a niveles imposibles, y todo —absolutamente todo— moriría.

El Sol no se detiene, no descansa. Cumple su propósito con disciplina cósmica: dar vida, sostener la Tierra, mantener el equilibrio.

Y lo hace sin esperar nada a cambio. Solo es.

Es la representación perfecta de la energía divina en acción constante.

La Luna: el espejo de la Tierra

La Luna es mucho más que una luz nocturna.

Su presencia regula las mareas, estabiliza el eje de rotación del planeta y marca los ritmos biológicos de todos los seres vivos, incluyendo los humanos.

Los ciclos menstruales, el crecimiento de las plantas, los nacimientos e incluso el sueño están influenciados por sus fases.

Sin la Luna, el planeta sería inestable; los océanos se desbordarían o quedarían secos, y el clima sería caótico.

La Luna representa el equilibrio, la energía femenina, la intuición, la reflexión y el descanso.

Si el Sol es el fuego que da vida, la Luna es el agua que la sostiene.

El cuerpo humano: un milagro consciente

Nuestro cuerpo es la creación más sofisticada que existe.

Cada segundo, millones de procesos biológicos ocurren sin que tú tengas que hacer nada: el corazón late, los pulmones respiran, el cerebro genera impulsos eléctricos, las células se regeneran.

Somos literalmente una red de energía en movimiento.

La ciencia moderna ha comprobado que somos energía vibrando en distintas frecuencias.

Cada pensamiento, emoción o palabra cambia esa frecuencia.

Y eso significa que, aunque no podemos controlar el latido del corazón, sí podemos controlar el pensamiento que lo acelera o lo calma.

El único propósito: dominar la mente

Dios, la Vida, el Universo —como prefieras llamarlo— ya hizo su parte.

Nos dio el cuerpo perfecto, el planeta perfecto, la estrella perfecta y los ciclos exactos para sostenernos.

Nosotros solo tenemos una tarea: aprender a dirigir la mente.

Porque la mente es el puente entre la energía invisible y la materia visible.

Lo que pensamos, sentimos y creemos se manifiesta en nuestra realidad.

Y cuando no dominamos nuestra mente, somos como un barco sin timón, flotando en medio de un universo que nos daría todo… si supiéramos pedirlo con claridad.

El mensaje final

Somos los consentidos de la creación porque todo fue preparado antes de que nosotros existiéramos.

El Sol cumple, la Luna cumple, la Tierra cumple.

Ahora nos toca cumplir a nosotros: crear conscientemente.

Pensar con amor, actuar con propósito, y recordar que la mente no fue hecha para destruirnos, sino para manifestar el cielo en la Tierra.

Dominar la mente es la verdadera evolución humana.

Y cuando lo logramos, entendemos que no hay que luchar por sobrevivir, sino despertar a la verdad más simple:

> La vida ya está a nuestro favor. Solo debemos aprender a pensar y a dominar nuestra Mente, a crear la vida que deseamos y ayudará a otros a crear la vida que desean vivir.

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